Hace un par de años empecé a interesarme por la materia de los productos digitales, los famosos ceros y unos, o más bien sus equivalentes hexadecimales. También comencé a estudiar más a fondo Processing, un lenguaje de programación (más bien un dialecto, puesto que está basado en Java, otro lenguaje) al que ya había echado un vistazo en mis tiempos de Flash y ActionScript.
En los dos casos me atraía meter mano a la propia naturaleza de los objetos digitales que estamos acostumbrados a producir mediante software sin ser conscientes de las transformaciones numéricas que implican. Por ejemplo, podemos usar Photoshop o Lightroom para equilibrar nuestras fotos, pero ¿cómo afectan esos filtros, esos ajustes de parámetros a los dígitos que componen las imágenes?
Así empecé a tratar de intervenir las imágenes prescindiendo en lo posible de editores convencionales, tratando de averiguar qué modificaciones producían qué cambios. Es una investigación en curso que lleva un ritmo necesariamente cansino por falta de tiempo, pero creo que ya es hora de enseñar algunos resultados.
Dejo claro que son más ejercicios que obras acabadas, pero… en fin, lo que sea.
He subido las imágenes a Flickr porque así podéis verlas a mayor tamaño, en pequeño pierden muchísimo. Haced clic en el enlace para abrir el álbum en Flickr o en las imágenes para ampiarlas.
La colorida imagen anterior es un bitmap compromido al que se le han extraído algunas cadenas de código en un editor hexadecimal. Cuanto mayor es la compresión, más indescifrable se acaba volviendo la imagen.
Los dos de abajo ha sufrido un proceso parecido con un editor diferente, que permite jugar con el tamaño de la imagen y los canales de color.
Una de las gracias de editar las imágenes a nivel hexadecimal es que el resultado es completamente impredecible. La imagen de abajo era en origen un retrato de Berlusconi.
En este caso usé la herramienta Buscar y reemplezar texto para ir eliminando capas de caracteres hasta obtener esa textura retorcida.
Una de las cualidades de estas imágenes es que pueden aumentar muchísimo de tamaño al mostrar en una sola capa todos los canales de color. Si las ves a su tamaño real (clic en la imagen para abrirla) sólo hay píxeles súper-nítidos de colores puros. El efecto moaré se debe a la aparición de patrones de color superpuestos.
Las imágenes difuminadas suelen dar lugar a estas líneas que marcan las zonas isófotas.
Merkel maquillada por Sigue-Sigue Sputnik
En el centro de la foto original estaba Pablo atravesando un bosque. Aquí se entrevé una Caperucita atravesando un bosque centroeuropeo como en un grabado de un cuento de Perrault.
En este caso usé la técnica de databending: cambiar la extensión del archivo de imagen para poder modificarlo en un editor de audio, por ejemplo, y luego restaurar la extensión a ver qué pasa.
Cambiar de formato las imágenes (de JPG a TIFF) antes de editarlas también da sorpresas.
La segunda imagen es detalle de la primera.
Otra vez Berlusconi después de sufrir varios procesos diferentes.
Bárcenas por triplicado. La multiplicación de imágenes se debe a que los diferentes canales de color aparecen yuxtapuestos.
Editado con Processing: leemos los colores de cada canal y modificamos sus valores
Botín
Otra vez Processing.
Nada más. Lo dicho: que sigo jugando con esto a ver qué más va saliendo. Igual acaba dando algún resultado interesante.
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